Llegada (2-03-2008)

Finalmente, después de un viaje de 15 horas (Barcelona - París - Tokyo), en el cual pude apreciar una siberia infinita e inmaculada, decorada por unos ríos asimétricos y lagos helados, he llegado a destino. Tokyo es, después de un primer contacto, la ciudad del metro. Todo está conectado por una inmensa red ferroviária y de alta velocidad (y no estoy hablando de los trenes balas, para nada) que te permite llegar al rincón más lejano en un tiempo mínimo. A pesar de tanta velocidad y reconocer que los asientos son cómodos, debo reconocer que encontré un inconveniente: las barras de seguridad están a la altura de la cabeza; las veces que me he golpeado son incontables...

De momento, y visto que estoy bajo la influencia del "jet lag", sólo he visitado el famoso barrio de la moda, Shibuya. Hasta que no descubra más, éste será la zona donde los jóvenes de la ciudad se reunen con el único y obsesivo objetivo de comprar ropa; convirtiendo el barrio en un hormiguero de diversitat urbana, de tendencias y de gustos distantes; en Shibuya encuentras aquello que quieres.

(añadido)

Después de pasar más horas en Shibuya, se me olvidó decir que donde se encuentra la famosa encrucijada de Tokio, dónde los vehículos deben pararse para permitir que la gente pueda cruzar la calle desde todos los sitios hacía todos los lados. Realmente, estresante y asombroso.